Explicación Imagen del Corazón Acogedor de Jesús

«Nunca nadie ha visto Dios; el Hijo único, quien en el seno del Padre, lo nos ha revelado»
(Jn 1,18)
¿ Puede representar Dios que nunca ha visto?
En la escena de la Creación de Adam, Michel-Ange no ha vacilado en dar un «cuerpo» al Creador, quién es sin embargo Puro Espíritu. En un momento de gran intensidad, lo representa alargando el indice de su mano al primer Hombre, hecho de tierra, en el acto de comunicarlo la chispa de la Vida…

En el libro de Daniel, el Eterno aparece al profeta en el aspecto de un Anciano con pelos blancos: «Continuaba a mirar; tronos fueron dispuestos y un anciano tomó asiento; su ropa estaba blanco como la nieve y los pelos de su cabeze, como lana inmaculada; su trono estaba de llamas de fuego, con ruedas de fuegos ardiente. Un rio de fuego fluía, que brotaba adelante de él. Centenares de millares los servian, millares de miriadas se mantenían adelantes de él» (N 7,9)
Notará que teofanias del Antiguo Testamento tienen por cuadro natural el fuego, simbolo del amor divino.
Durante una de sus grandes embargos, Micheline Boisvert ha recibido, ella también, una imagen interior donde le fue mostrado el Padre regalando a la tierra el Corazón de su Hijo bienamado. Es con estas indicaciones precisas de la vidente que el artista pintor retratista Richard Goudreau pudo realizar esta representación, conocida ahora como el «Imagen del Corazón Acogedor de Jesús, Don del Padre Todopoderoso».

En nuestro humilde opinión, esta imagen tiene valor de icono. Para quién sabe leer con ojos del corazón, descubrirá un mesaje importante «escondida a los sabios y los inteligentes, pero fácilmente revelado a los pequeñitos del Reino» (Mt 11,25).
Tres elementos principales componen esta imagen: el Padre, el Corazón y la Tierra.

El Padre: Inclinado ligeramente adelante, como suspendido en el cielo con su todopoder de Luz, el Padre, manos extendidos, deja bajar un gran Corazón rojo brillante hacia la Tierra, recubierta de espesas tinieblas. En el hueco de sus manos, brotan de poderosos rayos, quién no son sin volver las palabras del profeta Habacuq: « Su pedazo es igual a la luz; dos rayos salen de sus manos, alli se agarra escondida su poder» (Ha 3,4)

El Corazón: Una corona brillanta de espinas todo de oro cerca el gran Corazón, y de las espinas, brotan de intensos rayos de luz que vienen inundar la tierra inerte.
Estos signos nos dicen sin duda el amor excesivo del Salvador y los sufrimientos indecibles infligidos a su Jefe adorable, durante su Pasión; y aquí está ahora que participamos a la Victoria del Gran Sacerdote que es entrado en el santo de los santos para recibir del Padre su recompensa:
«Has coronado el Cristo de gloria y de honor» (He 2,7-9 y Ps 8,5-7)
En los mensajes, la corona de espinas es presentada como una protección para las personas y también para los paises que son en el más de entrar en la prueba de la purificación grande, anunciada por los profetas de nuestro tiempo.

La Tierra: No puede por ella misma ser luz, pues es sometida a la «vanidad», según la palabra de santo Paul (cf Rm 8,20). Pues con un gozo grande que acogemos las manifestaciones grandes del Corazón del Cristo, Rey del universo: «Nos ha arrancado al poder de las tinieblas y nos ha transferido en el rino del Hijo de su amor; en que tenemos la liberación, el perdón de los pecados» (Col 1,13)

¿En que consiste el Corazón Acogedor de Jesús? En estes tiempo de grandes tribulaciones el Padre muy cariñoso hecho bajar en la humanidad el Corazón de su Hijo bienamado, quién viene acoger en nosotros y para nosotros, los todos-poderes de gracias y de luz que reserva actualmente a sus niños de la tierra.
Mucho entre el aquí se son extraviado y no tienen más el deseo de recibir en su corazón todo el amor del Padre, del Hijo y del Santo-Espíritu. En los mensajes recibidos, el Corazón Acogedor es presentado como una «boya de salvamento» para ir a buscar todos sus niños que el adversario sumerge lamantablemente en los abismos del sufrimiento, de la angustia y de la desesperación para perderlo a jamás. ¡Qué padre quedaria indiferente a tal suerte! «Dios tanto ha querido el mundo que nos ha dado su Hijo, su Único, a fin de que todo hombre que cree en Él, no perezca pero tenga la vida eterna» (Jn3,16)

Pues Jesús viene con su propio Corazón. Él solo puede acoger el Amor Puro del Padre, quién se manifeste particularmente en el todopoder de la eucarístia. ¿No es el único Mediadora? «Por Él, con Él y en Él» (ruego eucarístia)
El Corazón de Jesús quiere acoger la ofrenda de nuestras personas y de todo lo que nos concierne.

«Venid a mí, vosotros todos que afligis debajo el peso de la carga, y mí, os daré el descanso. Tomad mi yugo y ponéis a mi escuela, porque soy dulce y humilde de Corazón y encontraréis el descanso de vuestras almas. Sí, mi yugo es fácil a llevar y mi carga ligera» (Mt 11,28)

Sabemos que Jesús ata tal importancia a la acogida que él lo hecho una condición de identificación a su persona. «Quién os acoge, me acoge yo mismo, y me acoge, acoge Él que me ha enviado» (Mt 10,40).En el Corazón del Cristo, quién se es regalado en la Cruz, el Padre viene a nosotros, y nos atrae en este lugar «en que reside toda la plenitud de la divinidad». El Corazón de Jesús es el Rey y el Centro de todos los corazones».

Muchas gentes que han recibido el Corazón Acogedor nos dicen su gozo de orar de una manera nueva con la palabra «acogida». Ése los desvía de ellos mismos para él centrar en el Cristo. «Ven Padre en mí con el Corazón Acogedor de tu Hijo bienamado, consiento darte todo el sitio».
Demos nuestra respuesta de amor a el que ha dicho: «No hay amor más grande que de dar su vida para ellos que quiere» (Jn15,13).

Un religioso sacerdote f.s.c.

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